Un corazón abierto al mundo entero
El derecho a buscar una vida mejor en otro lugar debe ser respetado. En los países de destino, el equilibrio adecuado será aquel entre la protección de los derechos de los ciudadanos y la garantía de acogida y asistencia a los migrantes. Lo que se necesita, sobre todo – se lee en el documento – es una gobernanza mundial, una colaboración internacional para las migraciones que ponga en marcha proyectos a largo plazo, que vayan más allá de las emergencias individuales. El otro diferente de nosotros es un don y un enriquecimiento para todos, escribe Francisco, porque las diferencias representan una posibilidad de crecimiento. Una cultura sana es una cultura acogedora que sabe abrirse al otro, sin renunciar a sí misma, ofreciéndole algo auténtico.
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